4/3/13

¡La zapatilla corre!

Queridas... me hallo empapada en sudor frío y presa del pánico, al rememorar semejante amenaza... 
De hecho, los temblores a penas me permiten teclearos estas líneas sin romperme un par de uñas postizas... Si desfallezco, que alguien me pase el popper digo.. las sales... en fín ánimo: Arriba la Marquesa! 
Hoy abriré el baúl de mi infancia, para contaros que todas las madres tienen un grito de guerra, una frase atronadora que significaba el terror para los niños y también significaba el pistoletazo de salida de una carrera por tu integridad física: "La zapatilla corre!" - Ésta era la de la mía... 
Pero a mayores de la propia zapatilla en sí, el peor enemigo de una joven marquesa aterrorizada era el PASILLO: Sí esos interminables pasillos de las casas de Benimaclet de los años 80... una especie del corredor de la muerte que acababa siendo una trampa mortal que no ofrece recobeco o trinchera alguna donde resguardarse. 
Mi madre era toda una estratega, la muy cabrona. Se ubicaba conveniente al principio del pasillo y entonces retumbaba la temible sentencia por toda la casa: "la zapatilla corre". Armaggedón! Dicho sea de paso, la amenaza estaba del todo mal formulada, porque la zapatilla de mi madre no es que corriera... es que volaba. (La que corría era yo).  Marquesa y zapatilla salian despedidas (una corriendo y la otra volando) en una desesperada carrera por el interminable pasillo, que siempre acababa en zapatillazo por la espalda. Ressistance is futile, queridas.
Y es que hay madres que con ese aspecto inofensivo que les confiere la bata, los rulos y las croquetas a medio freír, son expertas resolviendo ecuaciones de tiro parabólico para asegurarse el éxito en el lanzamiento. 
 La humillación no acababa aquí: No contenta con su triunfo la siguiente frase era: "y ahora tráeme la zapatilla" algo que te aseguraba otra carrera como la primera. 
Ayyy cómo han cambiado las cosas:  Hoy en día los crios llevan en el smartphone una APP que llama directamente al teléfono del menor, en cuanto sus padres les levantan la voz. Consecuencia: tenemos horribles demonios  que se dedican a desgañitarse como aliens en las zonas comunes de los edificios, tiendas, corriendo por restaurantes, plazas, y hasta subidos a la cinta giratoria del buffet japonés, bajo la estúpida mirada de unos padres incompetentes a la hora de educar a sus criaturas; inútiles y cansinos progenitores maleducados para el resto de personas que en su día recibimos mil zapatillazos por muchísimo menos.


1 comentario:

DiegoC dijo...

Acabo de sufrir un deja vú absolutamente terrible....XD