21/3/11

Ciudadana Muriel

Si no sabes quién es Muriel, pincha aquí... , mamarracha, ignoranta, pueblerina, poligonera, Lore y Macu todo junto.
Para las que seguís aquí (el link anterior era un patadón con tacón del 18 a la web de Disney), deciros que sí, claro que soy mala como Muriel, pero que el artículo no trata sobre eso. (cerdas, cabronas, que me encantáis todas, oaghjjj!)

Y es que recuerdo perfectamente cómo me sentí el día en que en España se aprobaba el matrimonio entre personas del mismo sexo: Ya no era una ciudadana de segunda, si no una "ciudadana Muriel". Fue una sensación nueva y extraña, incluso hasta inesperada:
Me sentí por fin en las mismas condiciones que los demás. Tan lejos de la felicidad como los demás, pero no más que ellos. En la misma raya, tras la misma línea de salida (qué mono farlopero me está entrando de escribir esto por dios).

Ya soy Muriel, una histérica obsesionada con casarse. Ya ninguna ley lo impide salvo la ley de la vida misma. Sentir que ya podía participar en el juego como los demás, sin ser discriminada al banquillo sólo por ser diferente. Ya estaba dentro, en la casilla de salida, como todos.

Pero toda borrachera tiene su resaca, y es facil darse cuenta de que se nos estaba permitiendo participar en la misma dinámica tantas veces cuestionada desde dentro, que para alguien la que hasta hace poco no estaba permitido ni soñar, emerge de repente de la nada. (en plan el Holandés errante).

Con mucho retraso, degustamos ahora- cuando no vomitamos - novedades gastronómicas como el divorcio, los abogados, los papeleos, las separaciones, la repartición de bienes, etc. Situaciones que hasta ahora sólo podíamos vivir en la tele y en tercera persona - con la misma lejanía con la que veíamos Dinastía, Falcon Crest o el Diario de Patricia.
Que hayamos conseguido el derecho de jugar al mismo juego y sigamos luchando para mantener nuestros derecho no nos libra de ellas. (seremos gays, lesbianas, bixexuales, transx, pero seguimos siendo tontas del coño, como las demás)No es que yo sea una mamaracha bipolar desquiciada que pasa de ser Muriel a ser escéptica del matrimonio -yo soy la primera que tiene planeado hasta el último detalle de mi boda, Oaghjj- Lo que pasa es que a veces, la dinánica del matrimonio es símplemente una ilusión óptica. A menudo tan sencilla como un contrato, un paripé en muchos casos anacrónico cuyo efecto secundario es una inesperada ducha de agua fría.
Vivimos un aluvión (lo de tsunami es políticamente incorrecto nowadays) de divorcios entre personas del mismo sexo que se casaron con la misma ansia que yo devoro un Nesquik con porras despues de una larga noche en vela (y creedme que éso es ansia y lo demás son tonterías).

Hemos tardado en tener el derecho a decidir y a equivocarnos. (Y lucharemos por mantenerlo votando contra el partido político que quiera despojarnos de él.) Ahora que todo planeta tiene matrimonio gay ó civil partnership (UK lo llama así, ellas que son fucking retorcidas: si eres hetero no puedes tener una de éstas y si eres homo no puedes tener matrimonio) no podemos dejar que vengan los rancios de siempre a colocarnos a la altura de una república bananera... Pero eso no quiere decir que tardemos también una eternidad en aprender de la vida y nos entreguemos así como así al traje de blanco y a Abba.

P.D. Quiero el Waterloo en mi boda. Si queréis asistir, ya os lo estáis aprendiendo, coreografía incluída, cerdas!

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